martes, 31 de enero de 2012

SUGIERO QUE LA VIDA PASE ASÍ...





Desde antes de la película "El curioso caso de Benjamin Button", había llegado a la conclusión de que la vida la vivimos al revés.   

Piénsalo por un segundo. Cuando eres niño eres una persona con mucha energía y nada te duele; pero como eres un niño, no haces nada productivo con esa capacidad física y mental; estás "nuevecito", "recién salido de la fábrica" y te la pasas baboseando con carrito o muñecas o corriendo como menso en el parque. 

Luego pasan varios años y te vuelves adolescente, sigues con una capacidad física como nunca tendrás más adelante, pero por inexperto, inseguro o acomplejado, desperdicias muchas oportunidades de divertirte a lo grande o capitalizar ese entuciasmo. 

Luego eres universitario, un punto de juventud y de cierta experiencia en la vida, con muchos sueños e ilusiones, pero sin mucho dinero en la bolsa. Poco después empiezas a trabajar, a ganar algo de dinero y a divertirte un poco menos que en la universidad, porque ahora tienes que volver íntegro al día siguiente para trabajar y que no te despidan. 

Luego te casas y si antes no tenías tantas fiestas, ahora mucho menos. Vienen los niños, ahora sí, olvida las fiestas. 

Para cuando tienes 40 años, has alcanzado una estabilidad económica y en el trabajo, ya tienes un ahorro, una familia con niños con los que vas al parque a jugar y todo empieza a mejorar; tal vez no haz hecho el viaje a Francia, a Japón, o a Inglaterra como lo soñabas cuando eras soltero, pero ahora tienes niños que se enferman, que gastan en la escuela, gastan en juguetes, gastan con la novia… en fin, hay prioridades nuevas.

De los 50 en adelante sientes que tu cuerpo no responde como antes. 60 y ya estás cerca de jubilarte, ahora sí tendrás tiempo para lo que siempre quisiste hacer… y el dinero también; aunque ese espíritu de aventura y esa resistencia para recorrer París de punta a punta ya no es el de antes; y te dices a ti mismo: "pero tal vez más adelante lo haga". 

De los 70 años en adelante ya estás muy grande para muchas cosas, al menos eso le dices a los demás. Prefieres una reunión con hijos y nietos, antes de viajes largos y agotadores. 

A los 80, aunque quieras, ya no puedes hacer mucho. Es posible que ya no controles tus esfínteres, posiblemente te cuesta caminar, pensar, recordar; en fin, tu cuerpo ya no es tu aliado.

En cualquier momento, mueres y fin de la historia. 

Piénsalo, cuando tienes energía y juventud, eres muy inexperto y pobre como para usarla a tu favor. Cuando tienes el dinero y experiencia, salen otras prioridades y ocupaciones. Cuando tienes el dinero y el tiempo, ya te falta juventud y energía… ¿No te parece una mala broma de la vida? 

Te propongo este otro sistema de vida que me parece es más efectivo. Toda vía hay lagunas en mi plan, pero funciona en forma general:

Comienzas siendo viejo y con la mente de un niño. Tu cuerpo no te permite moverte mucho, pero ¿Qué más da? Eres un bebé que tampoco se quiere mover, solo quiere estar caliento y sin hambre. 

Cuando tienes 80 o 70 años, tu mente adolescente empieza a descubrir el mundo. Vas a la escuela y pones atención porque tu cuerpo no te permite saltar por el aula, gritar, hacer bromas, quitarle el almuerzo a otros niños. Lo único que quieres es estar sentado, así que aprendes mucho.

A los 60 ya terminaste tu carrera, ahora eres todo un profesional que sale a comerse el mundo, tienes que trabajar mucho y divertirte poco, pero tu cuerpo a penas está sintiendo vigor y resistencia física, así que no te parece tan mal el no desvelarte ni preocuparte por tener citas. 

Ya que tengas 50 años, tienes una buena solvencia económica, ya haz podido comprar una casa, un coche y cada día tienes más ganas de quemar esa energía extra, sales una que otra noche, no demasiado, porque toda vía no aguantas y el trabajo al día siguiente es importante.

A los 40 ya eres todo un experto en la vida, has tenido 40 años de aprendizaje, de vida dura, y de saber cómo se manejan las cosas; ahora tienes más cabello, más juventud, el dinero no es problema y las chicas comienzan a fijarse en ti; es hora de ser el hombre maduro y experimentado que puede empezar a tener éxito al buscar pareja. 

A los 30 haz cumplido todos tus planes y sueños de la vida, lo tienes todo: juventud, dinero, experiencia; incluso puedes ya tener una familia, y el criarlos, y el desvelarte para darle leche al bebé no es una tarea tan desgastante. A los 20 estás sorprendido como tu esposa cada día se ve mejor, cada día su piel es más tersa, su cuerpo más firme, incluso tiene más ganas de pasar tiempo a solas contigo. En fin, la vida se precipita a un final glorioso. Ahora sí, ya jubilado, con dinero, experiencia y energía, te puedes disponer a viajar y hacer lo que siempre quisiste.

A los 10 ya no sabes qué hacer con toda la energía que tienes, para este entonces tienes tiempo de sobra para gastar esa juventud en cosas que te gustan hacer y no en las que puedes hacer, en el caso de nuestro estilo de envejecimiento. 

Cuando se acerca el año 0 eres una personita muy bonita, todo el mundo te quiere cargar, abrazar, hacerte cariñitos; en contra parte con nuestra realidad, donde eres viejo y sueles ser una carga para tus hijos. Así que en esta versión, tus hijos ya adultos no te ven como una carga difícil de manejar, tampoco es que ocupes mucho espacio, que comas demasiado o que necesites ir al médico cada 2 semanas. En realidad eres un niño adorable. 

Poco a poco te vuelves un bebé muy pequeño y de repente, mueres en la inconsciencia infantil. 

No me digas que este modelo no te gusta más. Insisto, tienen puntos débiles, pero si le ves los puntos débiles de nuestro sistema actual, el mío es el menos peor. 

martes, 24 de enero de 2012

CÓMO CRUZAR UN RIO Y NO MORIR EN EL INTENTO




Este post te puede salvar la vida y tal vez hacerte reír. 

Tenía 14 años y estaba de campamento en Oaxaca, un estado al sur de México. En realidad era para personas mayores de 16 años, así que yo fui porque mi papá era el director, no podía quedarme solo en casa. Al no ser participante, tenía mucho tiempo libre. Nos pasaron muchas aventuras, pero ésta coronó el campamento:

Habían mucho ríos cercanos, no entiendo por qué un grupo de amigos más grandes y otros no tanto fuimos a un río que estaba lejísimos, habiendo otros más cerca; el argumento es que estaba mejor que los cercanos. Atravesamos cercas con alambre de púas, una vaca nos seguía, esquivamos mucha caca de vaca también y por fin llegamos al dichoso río que tanto buscábamos. 

Lo habían pintado tan bien que cuando llegamos, el río no era la gran cosa. De hecho, era muy profundo, solo tenía una piedra donde podíamos estar parados, el resto tenía unos 2 metros de profundidad o más y la corriente era muy fuerte. Río arriba habían vacas cruzando de una orilla a otra, nadar en ese momento era asqueroso. 

En Yucatán no hay ríos, hay cenotes (cuevas con agua), así que no estamos acostumbrados a lidiar con agua en movimiento; un par de amigos se dieron cuenta de la manera mala. 

Uno de ellos, Samuel, de 18 años; retó a Douglas (de unos 22) cruzar el río nadando. 

Error 1: Ya sabes cómo son los retos entre los hombres y más cuando somos muy jóvenes; aceptas por orgullo. 

A los que estábamos en la orilla nos pareció muy mala idea, pero ver el show prometía mucho. 

Así que Samuel y Douglas empezaron a nadar hasta la otra orilla. Todo iba bien en los primeros 30 metros, pero cuando llegaron a lo más caudaloso del río se dieron cuenta que estaban muy cansados y que no llegarían a la otra orilla. 

Error 2: Comenzaron a nadar contracorriente. 

Allí fue cuando nos dimos cuenta que estaban en problemas. Les gritábamos que nadaran a favor de la corriente para avanzar más rápido hacia la orilla de manera diagonal, (cosa que aprendimos en las clases de campismo inferiores a las que se supone que ellos tenían) pero la desesperación es canija y te vuelve irracional; no cambiaron su dirección.

Error 3: Entrar en pánico.

Para este momento, todos estábamos asustados, ya estábamos ideando maneras de llegar hasta ellos y rescatarlos, pero el que pudiera llegar podría correr con la misma suerte. No sé como es que a alguien se le ocurrió decir: "¡Intenten ponerse de pie!"

La verdad me pareció la idea más absurda, obviamente si se están ahogando es porque no pueden pisar el fondo del río. Pero una vez más, la realidad supera a la estupidez. Samuel hizo caso a la obvia y aparentemente sarcástica sugerencia; y resulta que pisó el fondo, el agua le llegaba al cuello. Todos en la orilla morimos de risa, de esas risas que son una mezcla de muchas cosas: Risa nerviosa, risa burlona hacia los que se ahogaban sin razón, risa de nosotros asustados por nada, risa de Douglas que no sabía que estaba a salvo y seguía luchando por su vida.

Samuel estaba atrás de Douglas, así que éste no podía ver que su compañero de aventuras caminaba hacia él, y después de varios gritos de Samuel diciéndole: "¡Douglas, párate, sí pisas!"; se puso de pie. 

Descansaron por un tiempo hasta recobrar las fuerzas para regresar. A escasos 4 metros de llegar a la orilla, Samuel se acalambra, y esa zona de la orilla si estaba profunda. 

Error 4: Heroismo sin preparación.

Al ver que Samuel se podría ahogar (de nuevo) el mayor de nosotros se tiró para salvarlo. Llegó a él y a mitad de camino, se acalambró también. Para ese entonces Samuel ya se había recuperado y él terminó salvando al salvador. 

Eramos como una película Robert De Niro, donde todo era peligrosamente absurdo y divertido.

Aquella noche, contamos nuestra aventura durante la cena en el campamento; todos rieron mucho. Desde entonces, en nuestras charlas de nostalgia por los campamentos, siempre aparece la frase: "Douglas, sí pisas." 

martes, 17 de enero de 2012

DE CASAS Y EDIFICIOS, OBSERVANDO LO QUE SIEMPRE VI


TURISTEANDO HACIA ARRIBA



Durante los 2 años en Europa me di cuenta que soy un turista muy raro, miro hacia donde nadie mira y le tomo fotos a cosas que todo el mundo ignora. La semana pasada viajé en la parte de atrás de una camioneta y me puse a observar mi ciudad (Mérida, México) como lo hacía en el viejo mundo y descubrí otro lugar arriba de mi cabeza. 

En París, te pierdes lo bonita que es la ciudad si no miras hacia arriba. Los edificios se vuelven más interesantes mientras recorres su distancia vertical. En el centro de Mérida pasa lo contrario, parece que muchas construcciones esconden lo viejo y descuidado confiando que nadie mirará hacia arriba. 

Si caminas por el centro de la ciudad, encontrarás todas las calles llenas de tiendas, lugares para comer y cantinas (aunque en la foto de ejemplo la parte de abajo tampoco da muy buena impresión, pero se ve la diferencia entre abajo y arriba); pero ignoro que pueda haber en los segundos pisos de esos mismos edificios. Por fuera se ven ventanas, pero no hay luces en su interior; y toda esa parte está deteriorada por la falta de mantenimiento. Es como un pueblo fantasma de los segundos pisos. 


CASAS DE GIGANTES



Las casas antiguas del centro de la ciudad (las que tienen unos 50 o 70 años de haberse construido) son muy altas. Una de las razones es que así la casa se mantiene más fresca, y dado que en Mérida hay mucho calor, es importante procurar una buena circulación de aire. 

Pero hay otros tipos de casas altas cuya razón de serlo no me queda muy claro ya que solo es la fachada la que sobresale. Son casas que les sobra unos 2 o 3 metros de fachada con respecto al techo. Cuando era niño jugaba con mis primos en los techos, y siempre era un problema pasar de una casa a otra precisamente por estos muros que podrían extenderse incluso a los costados. No sé si era por ostentar más de lo que tenían o porque se tenía la esperanza de hacer un segundo piso en el futuro, pero así las construían a mediados del siglo pasado. 

Otra cosa curiosa son las puertas y ventanas de las casas antiguas. Por el tamaño de la casa, de sus puertas y ventanas, parece que fuera habitada por gigantes, cuando resulta todo lo contrario porque el yucateco es bajito. Es más, las ventanas tenían ventanas dentro de sí mismas, de esa manera, no tenías que mover todos los kilos de madera, podías solo abrir el acceso pequeño. La razón sigue siendo el calor. A mayor ventana, mayor acceso de las corrientes de aire. 

Como las casas tenían estas ventanas gigantes, tenían que haber protectores gigantes también, y ya que tenían espacio, las hacían con elementos decorativos de hierro, dándoles un aire art nouveau, como el que se ve en Barcelona (no digo que Mérida se parezca a Barcelona, solo doy una referencia de la corriente artística que influenciaba a los protectores). 

Hablando de Barcelona, si hay algún niño que me lea, o joven que fue niño y veía pokemon, la película "El Desafio De Darkrai" ocurre allí. En realidad no lo dicen como tal, pero hasta aparece una versión del parque gülle.

Aunque esos segundos pisos del centro y esas casas muy antiguas llegan a ser deprimentes por su estado deteriorado, también cuentan una historia de la gente que habitó allí. En los últimos años se están tomando estas casas y se les revive con el mantenimiento adecuado, y ahora son puntos muy pintorescos de la ciudad, algunas son oficinas y otras salones de fiestas.

lunes, 9 de enero de 2012

TU MOMENTO MÁS FELIZ






Son pocas las personas que tienen un listado de eventos importantes en su vida. Una prueba de esto es el proceso de selección que harás con la pregunta que te formularé a continuación, la cual estoy seguro que te tomará unos segundos en contestar: 

¿CUÁL ES EL MOMENTO MÁS FELIZ DE TU VIDA?

Debería ser obvio que un recuerdo tan especial estaría en la "repisa" más importante de tu mente, en el lugar que queremos que todos vean al entrar a nuestra casa y al que podamos acceder de inmediato siempre que lo necesitemos. 

Si quieres, comparte el momento más feliz de tu vida en la sección de comentarios, me dará gusto leerlo.

Para abrir el diálogo, yo te comparto mi momento más feliz. No fue cuando tuve mi primera novia, aunque fue increíble; no fue cuando recibí mi título como licenciado, aunque me llenó de orgullo; no fue cuando tuve mi coche propio; ni en mi primer beso. 

Para compartirte aquel momento, primero tengo que darte un contexto. 

En México tenemos reglas muy estrictas para el uso de nuestra bandera. No somos como los estadounidenses que la usan en todos lados, en camisetas, en bikinis, como pañoleta en la cabeza, como capa y hasta en uno que otro súper héroe. 

Parte de esa cultura cívica se refleja en las escuelas, donde cada lunes ocurre una ceremonia que le llamamos "Homenaje a la bandera", en la que una escolta conformada por 6 estudiantes, hace un recorrido marchando en medio de todos sus compañeros. La ceremonia incluye cantar el himno nacional y repetir a una voz un juramento de lealtad al país. Tradiciones heredadas de un México antiguo y bélico que poco tienen que ver con nuestra realidad actual, pero que le dan un folclor especial. 

Pues yo era parte de esa escolta, y junto con mis 5 amigos, los cuales también éramos los mejores amigos, practicábamos mucho para ser la mejor escolta de la escuela y así poder participar y ganar un concurso de las escoltas donde concursaban las escuelas de la ciudad. Si han visto la película de "pequeños gigantes", pues es algo así, pero en vez de base ball, escoltas. 

Era muy raro que nos gustara marchar, porque generalmente era algo que le gusta a las mujeres que suelen ser más dedicadas comparadas a  los hombres que solo nos interesa jugar fútbol en el patio. Pero eso nos daba doble ventaja, ya que teníamos el factor "único" y el factor "marcialidad" que un un hombre exhibe con más notoriedad que una mujer. 

Nos enfrentamos a inconvenientes, por ejemplo, un profesor que no nos hacía caso, con todo y que nosotros le decíamos que queríamos clases extra para mejorar, incluso un día llegó con aliento bastante alcohólico… pero al menos llegó, la verdad no ayudó demasiado. Tanta era nuestra insistencia de lograr ser la escolta oficial de la escuela, que la directora tuvo que hacer un concurso interno para decidir legalmente que escolta era mejor. Al final, perdimos; cosa que sorprendió hasta a las que nos ganaron y a nosotros nos frustró. Casi desistimos. 

Todo eso que te cuento fue en la secundaria (ESO), al pasar al bachillerato éramos la única escolta en ese nivel, así que no había contra quien competir. Fuimos al concurso y perdimos. Ya sabes como es esto del camino a la gloria, hay peleas, risas, enfermedades y obstáculo tras obstáculo y mucha desilusión; pero estábamos empecinados en ganar. 

En el segundo año del bachillerato "tiramos toda la carne al asador", hasta nos hicimos nuestro propio uniforme, parecíamos meseros (camareros) pero estábamos orgullosos. Practicamos como locos. Si hubieran existido los teléfonos móviles con cámara en el año 2000, hubiéramos grabado nuestros entrenamientos para corregir errores milimétricos paso por paso. Hasta les pedimos a nuestras eternas rivales que nos observaran para corregirnos.

Llegó el día del concurso y esta vez aspirábamos a alcanzar un tercer lugar como nuestro máximo logro. En tres concursos de menor importancia en los que concursamos ese mismo año, no habíamos quedado nada bien; pero habíamos mejorado mucho a base de perder clases… lo cual le da un poco de sentido al hecho que nos gustara tanto practicar y practicar, aunque sea bajo el sol del medio día. Llegó el momento de nuestra participación e hicimos nuestro mejor esfuerzo, resolvimos emergencias en medio de la presentación de manera magistral. No había nada que objetar, habíamos entrenado mucho y habíamos entregado todo en nuestra participación. 

Por fin llegó el momento de la premiación. Todos los participante estábamos sentados juntos. El sonido era el clásico en los gimnasios; no se entendía nada. Veíamos a todas la chicas de otras escoltas tomadas de las manos cual participantes de miss universo; nosotros no lo hacíamos porque somos machos, meseros, ¡Pero machos! Pero eso sí, a mi me corroian los nervios como ácido empezando por el estómago y llegando hasta las extremidades. No podía dejar de bostezar, ese es signo de que estoy muy nervioso. 

Entre balbuceos dijeron desde la mesa de los jueces.: "Y el tercer lugar es para la escuela…. ¡Alguna otra que no es la de David!" (no fue lo que dijeron, pero fue lo que yo escuché). Allí nos derrumbamos, sabíamos que hicimos un gran papel, pero no para superar un tercer lugar. Nos miramos con una tristeza silenciosa que no era necesario interrumpir con palabras. Eso era todo, si no era tercero, no era nada.

Resignados esperamos el resto de la premiación. La esperanza es lo último que muere. 

Más balbuceos salían de los altavoces del gimnasio y luego: "El segundo lugar es para la escuela… ¡De David!" (Una vez más no dijeron eso, pero en mi mente, eso sonó). Los 6 nos levantamos de un salto de nuestras sillas como si hubiéramos anotado el gol que nos hiciera ganar la final del mundial de fútbol. El festejo fue mayor que el de las chicas que ganaron el primer lugar, porque nuestro segundo era más de lo que esperábamos. De la escala del 1 al 10, obtuvimos un 11 en nuestra expectativa. 

Nos abrazamos con la brusquedad que vez en la televisión cuando los compañeros de equipo felicitan al que anotó el gol. Creo que la gente que veía el evento y nuestros contrincantes sintieron una de dos cosas: o nos odiaron por payasos, o les dimos risa, también por payasos. Casi me caigo porque de la emoción no vi un escalón pequeño. Hicimos las estupideces dignas de los adolescente que éramos, como besar el trofeo, pero asegurándose de no hacerlo donde tu compañero besó, porque… ¡Somos machos! Las ganadoras del primer lugar llegaron a felicitarnos, estaban muy guapas por cierto. Creo que les caímos bien por nuestras payasadas. 

Ese fuego que explotó en el estómago y me llenó de endorfinas ha sido único. Nunca lo he sentido de nuevo, nunca una sonrisa me duró tanto. Nunca tuve un viaje de regreso con mis compañeros donde nos reíamos con solo mirarnos, con la misma comunicación visual con la que nos transmitimos tristeza al no ganar el tercer lugar. Eramos como niños disfrutando nuestra travesura. 3 años de esfuerzo y luchas habían llegado a su clímax. Ya podíamos morir en paz. 

 El festejo continuó en un bufete de pizzas, cerdeamos a nuestras anchas; era nuestro momento, ahí con nuestros uniformes de meseros, ahí con nuestra sonrisota en la cara y salsa inglesa en los dedos. 

El siguiente año ganamos el segundo lugar otra vez, esta vez no fue un estallido de alegría porque esperábamos el primero, y hubiera sido así de no ser por un error en una vuelta, un tonto error en un recorrido que nos sabíamos de memoria… pero bueno, como apareciera en la película de Casablanca: "Siempre nos quedará París", a mi y mis amigos siempre nos quedará el segundo lugar de segundo de preparatoria; por mucho, uno de los mejores años de mi vida.

Reto a mi destino a que intente superar aquella alegría.   


lunes, 2 de enero de 2012

UN AÑO NUEVO




Las personas tenemos cosas buenas y cosas malas respecto a nuestro carácter, llegamos a querer a otros cuando los rasgos buenos sobrepasan a los que no lo son (esto según los estándares de cada quien). Pero eso no significa que no podamos mejorar, aunque haya gente que ya nos quiera como somos. 

Ojalá y aquí en Mérida pudiéramos tener las virtudes de la gente que conocí en Madrid; la alegría y lo amiguero, lo positivo y educado, lo sonriente y lo ayudador. No es que yo lo tenga, pero hago mi lucha para aprender e imitar a las personas buenas que conocí. 

Pero como todo, hay otro lado de la moneda, y no es mentira que lo que  menos le gusta a uno, es lo que tiene más cerca, ya sea estando en Madrid, o regresando a casa. Aprovechando este nuevo año que inicia, te propongo 2 aspectos que si todos los erradicamos de nuestras vidas, te aseguro que tendremos un 2012 de crecimiento y más tranquilo:

EL PRODUCTO TERMINADO

En mis estudios en Madrid, tuve profesores que cuando se acercaban a corregirme algo que estaba haciendo mal, tenían tanto tacto que decían:

Profesor: "Yo lo haría así, pero como tu veas" 

Yo en mi mente: "¿¡Ha!? =S  Pero si tú eres el que sabe, ¿Cómo que "como yo vea", si yo no sé?"

Habían otros profesores que eran rotundos y demasiados rudos para el gusto mío y de todo el mundo; pero en México así suelen ser algunos, incluso peores; por lo tanto para mi era pan con lo mismo; pero para mis compañeros locales parecía que no.

A esto súmale que al estudiar ilustración, sin duda la vena artística sale a flote junto con sus males; así que no falta el alumno que se cree irreprensible y que piensa que paga para que el profesor se limite a "ver, pero no tocar". Así que con esta idea en el ambiente, los profesores solían venir con la frase del principio a manera de bandera blanca. 

El creerse un "producto terminado" es el pensar que ya estás bien y que nada te falta para ser mejor. No implica solamente que te creas perfecto; puede ser que te creas lo suficientemente grande, o viejo, o joven, o bueno, o experimentado, o poderoso, u hombre, o mujer, etc., como para hacer o aprender algo nuevo. 

Como la mayoría de los jóvenes, continuamente le tiro salvavidas a mi mamá para rescatarla del estanque analógico y acercarla al terreno digital. Éste es un ejemplo de lo que estoy diciendo. No necesariamente es creerte sabelotodo, también es creer que no lo necesitas.

Cuando te crees producto terminado, comienza tu declive, ya que el que no crece es porque está envejeciendo; y esto no tienen nada que ver con la edad. 

¿Te parece un buen propósito para este año nuevo? 

ESPERAR DE LOS DEMÁS

En Madrid me enfrenté con esta situación mucho más de lo que me enfrento en Mérida (México), estando aquí lo enfrento en mi casa.

Básicamente hay dos vertientes: 

  1. Espero que hagas algo sin que te lo haya dicho antes.
  2. Espero que hagas algo que yo mismo no hago.

También existen ambas manifestaciones combinadas. Rigel, un amigo de toda la vida con el que crecí, me dijo muchas veces: "No esperes nada de nadie, así no te defraudarán". Suena una frase solitaria, pero se refiere a no vivir a la expectativa de la reacción de los demás, tu da de ti sin esperar nada a cambio. 

Si te quejas de que la gente llega tarde todo el tiempo, llega temprano tú. Si no le has dicho a tu compañero de equipo que a él le toca imprimir, no esperes que lo haga. Y esto va para las mujeres: No les leemos la mente, ni tenemos el poder, ni deberíamos tenerlo. Si quieren que hagamos algo, díganlo. Atentamente, todos los hombres del planeta. 

Hombres, de nada. 

Si regañas a alguien por hacer algo que también haces, pero con la diferencia que tú eres el jefe en turno; pon el freno de mano a tu boca, así no quedas como tonto al darte la vuelta. 

Ni si quiera te invito a seguir estos puntos para que seas mejor persona; si no quieres, los puedes seguir simplemente para no quedar mal ante todos. Por estrategia social por lo menos. 



El blog no se convirtió en un blog de autoayuda ni nada por el estilo; pero veo útil tener un menú más amplio de buenos objetivos por estas fechas. Suerte con la cuesta de enero y con los kilitos de más.