martes, 18 de junio de 2013

LA NECESIDAD DE TENER UN HIJO - PARTE 1 - DECISIÓN, NO DEBER




Antes de empezar, quiero contarte que tengo nueva editora y correctora. Gracias Insuni por postularte para esto. 

Ahora sí al tema:


Los seres humanos... Los seres humanos. 

Los seres humanos somos una cosa muy compleja, y las mujeres más, pero eso es punto y aparte. En general los seres humanos tenemos tantas oportunidades de hacer mal las cosas, que el hecho de que alguien triunfe significa que logró la hazaña de esquivar las balas al estilo Matrix. Esas balas las disparan las circunstancias de la vida, también las demás personas, pero la mayoría de ellas las disparamos nosotros contra nosotros mismos. 

La mayoría de nuestros problemas sólo se tratan de nosotros mismos metiéndonos el pie. Me refiero a que son consecuencias de nuestras fallas, de nuestros temores, de nuestras muletillas mentales, de nuestra falta de responsabilidad hacia  las decisiones tomadas por nosotros mismos, de nuestra carencia de carácter, de nuestra apatía por el pensamiento racional.

Déjame hablarte de un ejemplo en paralelo al tema:

El problema de tener perros de mascotas no es el tamaño, o que no se bañan solos, o que no cazan su propia comida, o que no entierran sus heses como los gatos. El problema de tener a un perro de mascota radica en que es muy emocional. Entonces, si una persona es dueña irresponsable de un perro, el animal sufre; y sufre a tal grado que le quedan traumas e inseguridades como a los humanos. Si a un gato no le das comida, él la busca. Si a un gato no le dedicas mucho tiempo, simplemente no se encariña contigo y le das igual también. El perro no, el perro necesita tu cariño, necesita tu atención, necesita tu estabilidad mental para él estar estable también. 

¿Quieres saber si en una casa hay amor entre sus miembros, hay estabilidad emocional, hay armonía y seguridad? Mira a su perro. Los perros son un espejo de nuestro carácter. Un perro amoroso viene de dueños amorosos. Un perro que ladra o gruñe a quien pase por la calle, viene de dueños poco atentos y poco estables. Un perro que hace lo que quiere en casa, revela que su dueño es consentidor; no hay que ser un genio para darse cuenta, pero tal vez sea que le dueño es indisciplinado también. Sea como sea, un perro de mascota es un espejo de uno mismo. Como dice César Millan (el encantador de perros): “El verdadero trabajo de educar a un perro, consiste en educar al amo”. Por eso tener un perro es algo serio, porque estás cargando con la salud emocional de otro ser.

Ahora sustituye el concepto del perro del planteamiento anterior y aplícalo al hecho de tener un hijo. Los hijos son el espejo de nuestras carencias y virtudes; pero también son una responsabilidad emocional y psicológica. Entre otras cosas, por eso me gustan los gatos, aunque soy buen “amo”, siento menos responsabilidad emocional y psicológica en comparación a que tuviera un perro. Si no puedes tener un perro, un hijo será un riesgo muy importante a tomar, y el riesgo no es para ti, es para él... Bueno, también para ti; pero el niño no se tiene la culpa.  

Una introducción larga indica un desarrollo delicado; pero rompamos la sutileza con la siguiente afirmación mía: “No quiero tener hijos”. 

Como te decía, los seres humanos somos complejos, y cualquier descuido hace que nos descompensemos emocionalmente. Una relación tormentosa, unos padres equivocados, una infancia difícil, una mente débil, la poca resiliencia; todos esto y muchos otros motivos hacen que crezcamos con traumas, con inseguridades, con vacíos que necesitan ser llenados y con puertas mentales que las clausuramos y no queremos queremos volver a abrir jamás, ni que alguien intente hacerlo porque el dolor que hemos encerrado ahí es muy grande y si sale hará destrozos. 

En un mundo perfecto, las personas llegaríamos a la edad adulta con una plena madurez emocional. Decidiríamos con quien casarnos guiados por la atracción física y la compatibilidad de carácter. Disfrutaríamos de la vida en pareja y después de un tiempo de vivir esta experiencia, decidiríamos que es hora de tener hijos. 

En el mundo real, hay de todo tipo de situaciones: las personas se embarazan siendo  adolescentes, se buscan parejas a la cual poder someter, se casan porque la otra persona tiene dinero, o porque es muy atractiva, se casan porque ya tienen 30 y la gente empieza a rumorar cosas a tus espaldas, se casan porque necesitan estar a la par con sus amigos ya casados. Pero muchos aún se casan con la conciencia de que aman a esa otra persona y quieren tenerla cerca toda la vida. 

Entre esta tormenta de situaciones reales y de balacera emocional; quien logre ser una persona equilibrada emocionalmente “que arroje la primera piedra”. Pero una cosa es cierta, así como los perros maleducados vienen de dueños inmaduros, los hijos pueden ser producto de la inmadurez, pueden venir a sufrir por nuestra culpa y pueden heredar nuestras carencias emocionales. Tener un perro es un ensayo de qué es tener un hijo. 

No quiero tener hijos. Conozco a algunas personas se oponen a lo popular solo por el hecho de ser popular. Es verdad que lo popular tiende a degradarse, pero a estas personas solo les gusta estar en contra de lo establecido para sentirse especiales, sentirse que no son del montón, que no son ovejas que siguen a la manada. Ese no es mi caso. No es que no quiero tener hijos porque todo el mundo los tiene y me gusta llevar la contra, sino por principio; déjame que te siga contando. 

Te invito a que me des razones por las cuales debería cambiar mi postura de no querer tener hijos. No tienes que escribirlas en los comentarios, solo piénsalas. De esas razones que ya pensaste, ¿Cuantas te benefician a ti mismo? ¿Cuántas benefician a tu futuro hijo? Entonces, ¿Quieres un hijo por amor a él o por amor a ti? 

Deja esa idea ahí en tu mente que la retomaremos después. 

Desde niño alguien te dijo que era lo que debías hacer. Te dijeron que irías al Kinder y allí te decían que hacer. Te dijeron que después seguía la primaria donde también te decían que hacer. Luego la secundaria, luego el bachillerato, luego la carrera y luego buscar trabajo. Esa es la secuencia, tal vez la carrera es opcional, pero esa es la secuencia. Y en cada uno de esos pasos, tus superiores te decían que hacer. Llega el momento en que cuando nadie te dice que hacer, te sientes desorientado. Hay mujeres que estudian su carrera en lo que se casan. Hay adolescentes que tienen novios porque les hace ilusión tener a alguien, no porque estén realmente enamorados de esa persona. Muchas personas viven a base a patrones establecidos, en constante búsqueda de la “siguiente experiencia consecutiva” de la vida y con la consigna de tachar la lista de cosas por hacer en tu paso por este mundo. Estas son las ovejas que solo siguen a la masa. Pero posiblemente encuentren su estabilidad personal en esa búsqueda; ser oveja o no serlo no te da garantía en plenitud; el problema es cuando se acaban los dictámenes sociales a los cuales seguir, entonces te encuentras con el vacío. 

Los hijos suelen ser de las últimas cosas a tachar en la “lista de la vida”, y creemos que es nuestro deber en la vida tachar toda la lista; pero no es nuestro deber, es nuestra elección. Nadie nos obliga a nada. Si eres cristiano y piensas en Génesis 1:22 “...Fructificad y multiplicaos, y llenad la tierra ...” No... Eso fue a Adán y a Eva porque solo eran dos personas en el planeta, ahora somos 7 mil millones, lo que menos necesitamos son más humanos; ya cumplimos la misión, ya llenamos la tierra, ahora bájenle. 

Lo que más temo es que hay personas que tienen hijos porque ya no tienen más metas en la vida. Han llegado al final del camino que su conciencia les deja ver y el sentimiento de vacío les impulsa buscar otro proyecto por el cual luchar y justificar su existencia, y los hijos están ahí como un proyecto a largo plazo. Estas personas tienen hijos por amor a ellas mismas, no por amor hacia su futuro hijo; es un motivo egoísta. 

Si ya tienes un hijo, seguro que opinas que es lo mejor que te ha pasado en la vida. Ya sea que ese hijo haya sido planeado o no, te ha cambiado la vida. Estoy de acuerdo con eso, no te lo contradigo, es algo que puedo ver en la mayoría de mis amigos que ya son padres. No estoy diciendo que el tener un hijo sea malo o absurdo; pero sí pretendo mostrarte que las razones deben ser las correctas. Y la razón correcta nunca será una razón egoísta. Te puedes engañar todo lo que quieras, pero si en el fondo sabes que quieres un hijo para suplir una carencia emocional que tienes, las cosas no saldrán bien. 

Curiosamente, si no te cuidaste y tienes un hijo por accidente y asumes tu responsabilidad, entonces te conviertes en mejor padre en comparación de aquel que tiene un hijo planificado pero movido por razones egoístas; porque en el caso del padre accidental, no fue tu decisión, pero te haces responsable de ella. No necesitabas un hijo, pero lo recibes con cariño. Esa, creo yo, es la esencia de ser padre: No necesitar un hijo, pero amarlo si llega a venir.  

No se trata de los hijos, se trata de los motivos correctos. 

martes, 4 de junio de 2013

EN DEFENSA DE LOS SUPERCAMPEONES  (OLIVER Y BENJI)




Un pequeño paréntesis antes de comenzar. 

En una cena entre amigos la semana pasada, alguien contó que me leía, o por lo menos que me había leído algunas veces; me sorprendió porque no pensé que le interesara lo que escribo aquí, y aunque lo único que dijo fueron cosas malas (ella es así conmigo), me da gusto que se haya dado una vuelta por este espacio. 

Hay algunas columnas que sostienen y justifican mi blog:

1.- Inició siendo una bitácora de viaje durante los 2 años que estuve en Madrid. 
2.- Al regresar a México, se volvió una bitácora de vida. 
3.- Escribo para mi mismo. 
4.- Escribo motivado por las 1,500 visitas mensuales (he bajado en visitas a comparación de hace un año) 

Me encanta que escribas tus comentarios en la sección de abajo, siempre lo ando pidiendo. Han sido muy amables con su retroalimentación; incluso los que me contradicen, he aprendido mucho de ellos. Gracias. Sin embargo, como podrás notar en mis 4 columnas, el mayor motivo del blog soy yo. Eso mismo hace que tus visitas y tus comentarios me motiven tanto, porque de alguna manera te interesan mis ideas o mi estilo al escribir (aún con faltas de ortografía y errores de redacción); y eso, en verdad, te lo agradezco de corazón. 

Ahora sí, voy de lleno al tema de esta publicación.

Aún hoy en día disfruto ver caricaturas. El pretexto siempre ha sido que me gusta dibujar y aprendo al ver los dibujos animados. Ha pasado el tiempo y hoy por hoy me dedico a ilustrar profesionalmente (como había querido desde niño), así que reitero mi razón meramente profesional de ver caricaturas. 

Un poco es cierto ese motivo, un poco no. Cuando veo una caricatura suelo ponerle pausa a alguna escena para analizar el dibujo y realmente aprender y sacar ideas; pero también me emocionan las historias, los chistes y las batallas. Soy un niño grande. 

Siguiendo con mi autodefensa, muchas caricaturas de hoy no soy hechas para niños, buscan un público juvenil e incluso adulto. 

Todo joven y adolescente que se digne de serlo vio alguna vez ese ánime (animación japonesa) de los chicos futbolistas, en latinoamérica llamada “Supercampeones”, en España “Óliver y Benji”; y les guste o no esa producción, es una referencia importante que abarca dos generaciones. Trata de recordar las conversaciones actuales con tus amigos cuando abordan el tema de las caricaturas de la infancia, ¿Verdad que los supercampeones salen a relucir inevitablemente? ¿Y qué es lo alguien dice al respecto?: 

“... ¿Recuerdas a los supercampeones? Que corrían y corrían y no se acababa el campo, y luego tardaba un juego 10 capítulos, y luego para patear un balón podían durar toda la media hora del capítulo, o la chilena de Óliver de 5 metros de altura y el balón que rompía la red y el guante del portero.”

Todo lo anterior se dice de forma peyorativa, pero nadie dice nada de Dragon Ball, de los tranformers o de los caballeros del zodiaco. ¿Qué a nadie le parece exagerado destruir planetas con un rayo que lanzas de las manos, o que existan máquinas con vida, o que derrames 20 litros de sangre y sigan peleando? Todo lo anterior lo ven creíble, pero no vaya a ser que alguien salte sobre la portería para hacer una chilena porque “eso sí les parece exagerado”.  

Así que me hago solidario a estos jóvenes futbolistas asiáticos y abogaré por ellos (sí, así se banal, pero así de relevante). 

PUNTO 1 - LO IMPOSIBLE

A mi papá le molestaba que viera los supercampeones; cuando él escuchaba que yo lo estaba viendo, llegaba al cuarto y me decía: “¿Porqué ves eso que no es real? Para eso ve el fútbol de verdad”. Ya te imaginarás, me pasé la infancia viendo esta caricatura a escondidas para que mi papá no me regañara. Como si las películas que él ve y los reality shows sí fueran reales... Pero en fin. 

A ver chicos y chicas, claro que una caricatura es exagerada, ese es el chiste. Si quieres ver pura realidad, asómate por la ventana. Si veo una caricatura es para entrar en esa fantasía que te proponen. Por otro lado, nadie dice que el Rey León es exagerado, a nadie le molesta que un león hable y cante, pero sí que un niño recuerde el drama de su vida antes de patear un balón. Me asustaría menos ver al niño en pausa en medio de una chancha de fútbol, que ir a zoológico y escuchar un musical en la jaula de los leones.  

Así que, o todos coludos, o todos rabones. 

Es el equivalente a la crítica general hacia Hulk: “¿Cómo es que crece tanto y no se le rompen los pantalones”; pero nadie se cuestiona el hecho de que aumenta 5 veces su masa en segundos, eso sí se nos hace creíble. 

PUNTO 2 - DRAMATISMO

Critican que el balón rompa cosas, el se aplaste simulando velocidad, que le salga un brillo, que desgarre camisetas, que el portero use los postes para impulsarse; pero nadie dice: “Hay sí, hay sí, ahora resulta que los niños tienen magia y vuelan en escobas ¿No?” 

Esos recursos de los supercampeones se hacen para maximizar emociones y experiencias, y lograr impresionarte. 

Como tal vez sepas, todo ánime comienza siendo un manga (cómic). En el manga de los supercampeones, la selección de Japón va al mundial y les toca enfrentarse a México en su grupo. Entonces estaban los protagonistas en el lobby del hotel, jugando con el balón por su puesto... Porque eso es lo normal que uno hace en el lobby... y en una de esas se les va el balón y lo atrapa con el pié un personaje misterioso. Con la presión de su pierna aplasta el balón y lo rompe. Todos se asombran a ver que se trataba de ¡Ricardo Espadas! El portero de México, que en la realidad era Jorge Campos, ¡Así es, el Brody!







No es una suposición, el uniforme es exactamente el mismo, hasta los guantes. 


México pierde 2 -1 con gol de Steve (no recuerdo como se llama en España) rompiendo los guantes de Jorge Campos en un remate después de un primer tiro del tigre suyo... Pero el chiste es ver a jugadores mexicanos reales contra tus ídolos de la infancia. La historia nunca llegó al ánime por eso pocos saben de ella. 


En contraposición, la próxima publicación será la más polémica de mi blog; así que este tema fue la calma antes de la tormenta.