martes, 29 de enero de 2013

EL FUEGO




La semana pasada, en mi cuenta de instagram (que me encuentras como davopark) publiqué la foto que encabeza esta publicación; la tomé con mi iPhone 5 solo para probar cómo reaccionaba su cámara y estoy muy complacido; pero ya de cerca al fuego, me pasó lo que siempre me ocurre con él, me atrae como el anillo a Frodo (si no conoces la referencia, ya sal de tu cueva, hay un mundo afuera que vivir). 

Pero no solo a mi me sucede eso... ¡Hay mucho pirómano suelto! ; ) ... Pero también a las personas sin cuadros clínicos mentales les atrae el fuego naturalmente. Tal vez sea porque se mueve y parece que está vivo y además se alimenta de lo que le echemos; tal vez porque pocas cosas en la naturaleza brillan por sí mismas y eso nos intriga; tal vez porque nos ha cambiado la vida al darnos calor, alimentos digeribles más fácilmente y luz. Tal vez porque es una bestia salvaje que en cualquier momento puede devorarlo todo, pero que la podemos encerrar al rededor de las piedras de una fogata. La capacidad de someter un poder tan destructivo nos puede producir cierto sentido de superioridad y a la vez respeto, como ver a un tigre enjaulado, tan fuerte y majestuoso pero tan atrapado. 

Otra cosa que cautiva al ser humano es el mar. ¿Cuántos de nosotros no nos hemos parado al borde de un muelle a ver cómo el mar se extiende hasta el horizonte y percibes la redondez del planeta? He estado en el mar en una lancha pequeña de pesca sin poder ver tierra a mi alrededor, y da una especie de respeto-temor, porque al hombre le cuesta enfrentarse a la inmensidad. 

Mismo caso al ver una noche estrellada en el campo, lejos de la ciudad; el sentimiento de profundidad del cielo nocturno y la pequeñez de uno mismo es cautivante. Y no ayuda el hecho de mirar hacia arriba; tan solo la pose te hace sentir pequeño. Recuerdo que de niño, cuando iba a la isla de Holbox (ver publicación donde te hablo de ella), me quedaba viendo el cielo estrellado durante un rato, de esas noches donde puedes ver claramente la vía láctea. Me llegaba a dar ansiedad ver hacia el universo y no comprender como podría haber algo así de grande; también me daba tranquilidad y a veces me llegaba a perder en el cielo tan profundamente, que por un segundo hasta me daba miedo “caer hacia arriba”; como que perdía la relación de “arriba, abajo”; o como si ver hacia el abismo del espacio me diera vértigo. De niño no comprendía eso, ahora de grande es que lo recuerdo y ya le encuentro explicación. 

... Me siento hippy en medio de su disertación producto de la mariguana... 

Ahora sí, a lo que iba. 

El fuego y yo tenemos nuestra historia de amor-odio. 

En los clubes de campistas de mi iglesia (guías mayores) nos entrenan en el arte de las fogatas y me ha tocado dos veces participar en un concurso de cocina con fogata, donde el primer requisito es encenderla con tan solo un cerillo. Fue un mes de preparación lo que me llevó dominar la encendida con un solo intento. Llegó el campamento y el concurso del que te hablo. Preparé las piedras, los palos, la yesca (puede ser hojas secas, o las mayas que una palmera tiene naturalmente) e hice un par de prácticas para ver si el viento no dificultaba las cosas. Los dos ensayos previos resultaron muy bien, la yesca encendió a la primera. Por fin me tocaba el turno de participar y cuando el juez me dió la indicación de empezar, encendí el cerillo y de inmediato ¡Se apagó! 

De pronto la escena se detuvo. Todos mis amigos me quedaron viendo y yo me quedé viendo al cerillo como 5 segundos, solo faltaba el arbusto rodante que pasara en frente para describir la desolación del momento. Los miré y algún valiente me preguntó:

- ¿Ya?

- Ya. - Le respondí. 

El juez se dirigió a mi:

- Enciéndela, ya no tendrán los puntos en ese aspecto, pero puede ganar los demás puntos a calificar. 

Tomé otro cerillo, lo encendí, lo acerqué a la yesca con cuidado y pude encender la fogata con la facilidad de siempre. 

Pasaron diez años, y en otro campamento, tocó un evento donde también se debía encender una fogata con un solo cerillo. Esta vez el juez elegía al azar a los participantes y me tocó a mí. Era mi momento de la revancha. Algunos de mis amigos recordaban que no pude hacerlo en aquel campamento fatídico y no dudaron en recordármelo... Muy atento de su parte. Ahora las cosas serán diferentes, me dije. Elegí ser quien encendiera la fogata entre otras tareas que podía realizar y que conformaban el evento, era un evento donde se debían hacer muchas cosas simultáneamente. Ahora era un asunto personal.

Llegó el momento de nuestra participación y este sería el momento de limpiar mi nombre, me incliné para proteger al cerillo del viento, reduje a la más mínima expresión la distancia del cerillo a la yesca para que tan solo la llamarada inicial pudiera iniciar el fuego; si eso fallaba, aún me quedaba el cerillo encendido como plan B. Raspé el fósforo contra la lija, salió la llamarada inicial, hizo contacto con la yesca y se apagó...

No lo podía creer, había pasado otra vez. El juez me dio una segunda oportunidad y pude encenderla hasta la tercera vez... Ya no tenía orgullo propio para ese entonces. El evento continuó, había que hacer otras cosas como construir muebles con palos y amarres; apoyé a los demás del equipo del evento por ser el que tenía más experiencia entre ellos y todo tuvo un buen fin. De hecho, después de muchos años de disputar los primeros 5 lugares a nivel Yucatán, ese año pudimos obtener el primer lugar. 

Este es solo un capítulo de esta historia complicada entre el fuego y yo; tal vez pronto habrán más. 

martes, 15 de enero de 2013

4 DÍAS COMO REY




Hay lugares del mundo que te cambian. París y Barcelona me dejaron profundamente marcado, sin exagerar, siento que mi percepción del mundo fue distinta luego de haber estado unos cuantos días en estas ciudades. 

Hay experiencias que te cambian. Pueden ser amores, tragedias, amistades profundas o la interacción con alguna persona, incluso desconocida pero que te sacude internamente. Son momentos que te marcan y a partir del fin de ellos puedes reflexionar al respecto; puedes ver como una parte de ti murió o nació. 

Pero hay una experiencia en específico que me abrió los ojos a otro nivel de experiencias y, hoy por hoy, se la recomiendo profundamente a todo el mundo; y me refiero a: 

UN HOTEL DE CINCO ESTRELLAS TODO INCLUIDO.

Si has estado alojado en uno, estás sonriendo ahora mismo. Y si nunca has estado, ni te imaginas lo que es hospedarte en uno, aunque sepas en concepto de que se trata. 

"Todo incluido" se refiere a que al pagar tu estadía en ese hotel, todo lo que consumas y uses ya está pagado en tu cobro inicial. Puedes comer toneladas o tomar litros y litros de lo que sea, todo está incluido, no importa cuando consumas. Parezco agente de viajes, pero no; en realidad no gano nada contándote esto. 

Viviendo a 3 o 4 horas de Cancun y de la Riviera Maya (que no es lo mismo), solo he ido dos veces a un hotel de estos, pero vaya experiencias. Déjame te cuento desde cero.

Imagina un lugar paradisiaco, con playas de arena blanca (no amarilla, blanca) con un mar turquesa, azul, verde, dependiendo la profundidad. Imagina que en este lugar hay un hotel gigantesco de lujo, donde puedes hacer más o menos esto en un día cualquiera: 

En la mañana te levantas temprano; sí, temprano; es un desperdicio de tiempo dormir allí. Y es en serio, si vas a ir de vacaciones a cualquier lugar a dormir, ¿Sabes qué? Mejor quédate en tu casa. Y aplica lo mismo para la noche, si te vas a dormir a las 10 de la noche como viejito, mejor ni salgas de tu casa, es un sacrilegio perder tiempo de disfrute en un hotel de estos.

Bueno, te decía, te levantas temprano y vas a desayunar. La comida es bufete, sería bueno que no tragues mucho para no andar muy pesado en las actividades posteriores, pero puedes hacerlo, ¿Qué más da? Son vacaciones. Estás sentado en un salón con aire acondicionado, con una vista hacia la playa o las picinas, viendo a chicas en biquini, comiendo, tomando el clásico jugo de naranja matutino con su respectivo café para finalizar el desayuno. ¿Se te va antojando hasta ahora?

Terminas de desayunar y vas a uno de los bares a jugar billar en lo que dan las 10 u 11 de la mañana y el sol está a punto para las actividades al aire libre. 

Llega la hora y te dirijes a la playa, ves a personas en kayacs o catamaranes (pequeños botes de vela) y pides un kayac, no más para probar. La persona encargada te lo da, te explica algunas reglas básicas y estás listo para navegar. 

De ahí decides descansar bañándote un poco en alguna piscina, ya sin el golpeteo de las olas; solo estar sentado con alguna bebida en la mano que pediste en una de las muchas barras repartidas por el lugar. Disfrutas de una charla agradable y relajada. 

Sales del agua, pides una toalla y te vas secando en el camino mientras te diriges a otro lugar, tal vez un mini golf con la intención de hacer tiempo y hambre para la comida del medio día. Te dan los palos, las pelotas y te dispones a hacer el ridículo fallando miles de veces, pero todos son igual de malos, así que es divertido. 

Por fin es hora de comer, así que vas al alguno de los restaurantes del hotel. te sirves un poco de ensalada para acallar la conciencia y luego, ya comes lo que realmente quieres. La sobremesa es más larga que en el desayuno, porque te comes un postrecito, tomas un café o alguna otra cosa y ya satisfecho, te levantas. 

Ahora tendrás tentación de dormir, pero no lo hagas, el tiempo es oro y dormir implica perderte de experiencias. ¿Te parece buena idea jugar un futbolito (esos juegos instalados en una mesa, con figuras de plomo controladas por ti)? O puedes ir a la playa y jugar voleibol; o puedes jugar playstation o xbox en la zona de niños. Te lo dejo a tu elección. 

Ya a las 4 o 5 de la tarde, puedes ir al gimnasio y hacer un poco de ejercicio para contrarrestar los kilos de comida que te echaste. Y ya que terminaste tu "enorme" rutina de media hora, nada mejor para relajar los músculos que ir al spa, con baño sauna y jacuzzi. El baño sauna es lo mejor de universo. Al principio no aguantas el calor, incluso tienes que respirar suavemente, de lo contrario te sofocarás porque el aire está muy caliente y húmedo, pero cuando sales… sientes que alguien entre los árboles te disparó un dardo tranquilizante, te diriges a un camastro y te duermes como bebé. A los 20 minutos despiertas como zombie y te metes al jacuzzi; cuando introduces el primer pie percibes el agua muy caliente, luego te vas acostumbrando hasta que llega el agua al nivel de la ingle, allí te vuelves a acobardar de seguir entrando; con el tiempo te acostumbras y ya puedes entrar completamente. Cuando sales de ese lugar, estás tan tranquilo, tan relajado, tan con ganas de dormir. Aquí si te doy permiso de que duermas una hora cuando mucho. 

Te bañas y ya va siendo hora de la cena. Un día antes o tal vez en la mañana hiciste una reservación para alguno de los restaurantes del hotel, no los del bufete donde va todo el mundo, sino unos restaurantes de especialidad para los cuales sueles tener el derecho de hacer una sola visita. Es "todo incluido" también, solo que con reservación. Te vistes bonito y vas a a tu cena especial, con finos cortes de carnes, o tal vez elijas el restaurante italiano, o algún otro que haya. Te sirven vino si lo deseas y agradeces que sea "todo incluido" si no te hubiera costado bien cara la cena. 

Terminas de cenar y puedes ir a la playa de noche a caminar para hacer romántico el momento o puedes ir a bailar a la discoteca del mismo hotel. Si eres de los tranquilos, puedes ir a uno de los bares a escuchar música en vivo o jugar juegos de mesa, o bañarte en la piscina… no sé, hay muchas opciones y la noche debe ser aprovechada. 

No antes de las 12 regresas a tu habitación a dormir… o a lo que quieras; supongamos que a dormir. Si por la caminata o por el baile te dio hambre de nuevo, puedes pasar en una que otra barra donde sirven papas fritas, o hamburguesas o cosas por el estilo, un snack en pocas palabras. 

Y al día siguiente... ¡Te levantas a las 7 am para ir a tomar un curso de manejo del catamarán que tanto te gustó ver en la mañana y que no podías usar porque debías tomar un curso! ¡Y el día lleno de actividades comienza de nuevo! Y así durante 3 días o más, depende de tu presupuesto. 

¿Te gusta el plan? Y lo mejor de todo es que los mortales como yo que soy de clase media, puede pagarlo con cierta facilidad. Un paquete de 3 días y dos noches te puede costar al rededor de $3,500 pesos mexicanos, en dólares $280, en euros 207€. 

Cuando estuve en España, fui con mi iglesia a un evento a Mayorca en un hotel de cuatro estrellas todo incluido. Me emocionó la idea de visitar de  nuevo un "todo incluido" y por ser en Europa sonaba mucho mejor; "debería ser mejor que en México" pensé… ¡Oh decepción! No tenía ni la mitad del nivel de los que he visitado en Cancún y en la Riviera (aunque había un cine dentro del hotel, eso estuvo interesante, nunca había ido a un hotel con cines). No era feo, pero no se compara a los de aquí. 

Así que al comenzar este año, haz planes para vivir una experiencia a otro nivel como esta. Y cuando vayas a un hotel todo incluido y luego regreses a tu casa, verás lo fantástico que fue vivir unos días como rey.

jueves, 3 de enero de 2013

NOSTALGIA POR LA ADOLESCENCIA




Cuando la adolescencia se empieza a ver muy lejana, no significa tanto que has vivido muchos años, sino que las cosas han cambiado. 

No es que tengas un poco más amplia la frente o empieces a tener arrugas, es que ya no haces las cosas que hacías antes, porque si tuvieras los mismos amigos, hicieras más o menos las mismas cosas, si fueras a los mismos lugares, poco extrañarías esos años. La edad se trata menos de envejecimiento y más de cambio de actividades. 

Cuando te aproximas al cambio del primer dígito de tu edad, es una oportunidad para mirar atrás y ver cuánto has crecido en una década; así como este inicio de año invita a reflexionar sobre el año finalizado. 

Ya sea que tengas 19 y estés a punto de cumplir 20, o tengas 29 y estés apunto de cumplir 30, o tengas 39 y estés a punto de cumplir 40, o tengas... ; ) ya entendiste... Puedes mirara una década atrás y asombrarte del cambio que ha dado tu vida. 

En mi caso, tengo la mayoría de amigos en mi misma ciudad, pero han perdido el interés en reunirse y charlar como en los viejos tiempos. No puedo culparlos del todo, con un matrimonio e hijos que atender suele ser más complicado; pero siempre debe haber tiempo para los amigos. Debo entender que es más un asunto de interés. Pero están en mi ciudad, y verlos me da gusto toda vía. Hay un par de ellos que crecimos juntos y que llegamos a conocernos muy bien y con los que vivimos muchas aventuras: Rigel y César.

El grado máximo de conocernos fue el siguiente: 

Estábamos los 3 caminando en un centro comercial y Rigel vio un cartel de un deporte que él practicaba. Como el evento que se anunciaba en el cartel ya había pasado, nos dijo que le preguntaría a la que atendía la tienda que exponía el cartel si podía despegarlo  y quedarse con él. César y yo le dijimos que lo esperaríamos sentados más adelante. 

Así que encontramos una banca y no sentamos; después de unos segundos de silencio, César me dijo:
- ¿Cuánto apuestas a que Rigel rompe el cartel al querer despegarlo? 

- Jeje sí, aunque puede que le ayude la muchacha, así no lo romperá. - Le respondí.


- Cuando llegue Rigel le preguntamos. - Nos reímos como niños planeando una travesura. 


En eso llegó Rigel emocionado por tener el cartel que pegaría en su habitación. Con premura César le preguntó:
- ¿Se te rompió al despegarlo?

- No. - Respondió Rigel casualmente. 


- ¿Te ayudaron? - Insistió César.


- Sí. - Nos reímos. - Bueno, aquí sí se me rompió. - Agregó él.


- Es la parte que tu intentaste despegar, ¿No? - Le pregunté. 


- Sí. - Respondió junto con carcajadas de nuestra parte. 


Además de la imprudencia adolescente, creo que lo que hace más divertida esa edad es la necesidad de pertenecer a un grupo; así los amigos se aferran unos a otros y se crean lazos fuertes. 

Algo cercano a esto me sucedió en España, aunque fue hace un año solamente (lejos de mi adolescencia); al estar en un ambiente sin familia y siendo extranjero, inconscientemente los que estábamos en la misma situación sentíamos afinidad y esta especie de adolescencia extendida fue vivificante y creó amistades profundas. 

Soy malo para superar etapas; notar que ya no era un niño, ahora era un adolescente me llevó un tiempo; descubrir que ya no era adolescente y ahora era un joven me costó; ver que ya no era estudiante y estar en la etapa de trabajo fue duro; y por inercia social, se aproximan los años en los que ya no seré joven, sino ahora un adulto joven (las clasificaciones varían según la zona y la cultura). Estar en esta nueva interface (palabra que describe el punto de transición entre un ambiente y otro) me genera nostalgia, ansiedad e incertidumbre al estar en un terreno desconocido. 

No sé que me depare el futuro en esta interface de la vida, así como todos desconocemos que pasará en el 2013, pero debemos tener el firme propósito de encontrar estrategias nuevas y definir cual será nuestro camino; a pesar de que la realidad pueda ser difícil y nos genere cicatrices. Sin embargo, una cosa es segura: Este mundo no necesita más cobardes. Y yo no contribuiré a las filas de ellos.