miércoles, 12 de septiembre de 2018

El agua busca su nivel y los borregos lo aprovechan (el arte de la elección de personas)





Ya los blogs están pasados de moda, pero nunca fue mi intención estar en ella, esto nació para tener una bitácora de viaje en España, y después para ser una bitácora de vida. Una especie de registro de las lecciones aprendidas que luego yo mismo leo y me sorprendo de lo mal que escribía (y tal vez lo siga haciendo, dependiendo tu camino recorrido y formación) y de las cosas que ya no me acuerdo que viví y me las cuento a mi mismo al leerme. 

Con el tiempo uno debe aprender en quien confiar. Tenemos un gato en la familia que por alguna razón le tiene miedo a mi mamá, ella nunca le ha hecho nada, pero él le huye como si la reconociera como un peligro inminente. Sospechamos que recibió violencia de parte de una humana adulta y a raíz de eso piensa que todas las humanas adultas son agresivas. Por el contrario, conmigo es muy confiado y cariñoso, claro, yo le presto atención, lo acaricio, le doy de comer, etc. Poco a poco mi mamá ha hecho avances con el gato para que confíe en ella, y lo empieza a lograr. El problema del gato no es que sea desconfiado, es que debe aprender en quién confiar. 

El arte de tener las murallas levantadas pero las puertas con la posibilidad de abrirse y cerrarse es el delicado arte de la defensa. No podemos vivir sin murallas pensando que todos son buenos, pero no podemos clausurar las puertas creyendo que todos quieren atacar porque moriremos de inanición. ¿Cómo dominar este arte?

Alguien me dijo una vez que yo no confío en las personas. Me hizo pensar en la esencia de la confianza y llegar a la conclusión de que sí confío en las personas, siempre y cuando sean dignas de confianza; lección que cierta comunidad a la que pertenezco aprendió durante un proceso cronometrado de 2 años. Ahí está la clásica persona muy capaz y carismática, de esas que le compras que puede lograr cosas grandes, y que por su carisma, quieres estar cerca de ella para recorrer ese camino de logros y alegrías. Pero como suele suceder con las personas con estas características, carecía de continuidad; constantemente dejaba tirado compromisos con las personas que habían confiado en ella y habían sido entusiasmadas por ella misma. 

Llegó el momento donde ya todos aprendieron la lección y no volvieron a confiar, no por la falta de capacidad de la persona, sino porque la burra no era arisca, los palos la hicieron.

En contraste, ¿Quieres confiar en alguien que nadie confía? Eso está muy bien, pero como aprendimos en las dos historias anteriores, la confianza es compromiso; compromiso para quien ha confiado en ti, y compromiso para ganar la confianza de otra persona. 

También está el compromiso hacia el confiado. A veces le damos tareas a las personas solo por "confianza" en que puede crecer en ella, pero no le damos las herramientas para lograrlo, exponiéndolos así a un fracaso casi seguro y frustrado su crecimiento en lugar de promoverlo.

En México aún vivimos con la esperanza de que un líder carismático nos salve de nuestra realidad, esto se ve en todos los niveles de la sociedad (y no hablo de AMLO, nuestro presidente electo, hablo de todos). Claramente nos cuesta trabajo elegir a quien seguir o con quien juntarnos diariamente, no vemos más allá de la fachada, y la forma llena nuestros ojos tanto que el fondo ya no tiene lugar en nuestra mente. 

Llegamos a ser como niños que comen dulces porque están ricos y no les interesa saber si le harán bien a su salud porque lo importante es a qué sabe, no si nutre. Llegamos a ser como adolescentes que tienen hambre y compran sabritas, ellos quieren suplir su necesidad, no se cuestionan si comer eso les hará bien a la larga, lo que importa es llenar el vacío. Pero las caries y la obesidad llegan tarde que temprano y entonces reconocemos que no tomamos las mejores elecciones de qué introducir en nuestra vida.

Hay alertas que pueden ayudarte a no confiar en quien no debes: El que habla más alto no es el que tiene la razón (Trump, presidente de los E.U.), el más carismático no es el más sano mental (Hitler, dirigente Nazi), el más popular no es el mejor líder (Cuauhtemoc Blanco, Gobernador de Morelos) y el que te dice que sí a todo no es la mejor opción (tu amigo alcahuete de confianza). Finalmente el agua busca su nivel, los gringos con Trump, los racistas con Hitler, los obtusos con el Cuau, y ahí está tu amigo alcahuete representado tu nivel si lo quieres aceptar. 

Como diría Ultrón: "siguen a líderes ciegos", pero es nuestra misma ceguera emocional que nos deja en nuestro placentero nivel de agua, porque flotar de muertito y ser arrastrado es más cómodo que nadar contra corriente. 


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