martes, 15 de mayo de 2012

UNA NOCHE JAPONESA




Las mejores historias de la vida, suelen ocurrir en momentos de total descontrol e inconsciencia de la situación. Ésta historia es una de ellas.

Soy descendiente coreano y tengo amigos que también lo son y que nos llevamos de maravilla. No ahondaré en los detalles, pero pudimos realizar un viaje a Corea junto con otros 20 jóvenes que también vienen de familias coreanas. Durante el viaje dividimos a la gente en 5 o 6 grupos liderados por mis amigos y yo. La intención era propiciar un viaje seguro y bien coordinado. 

Fue un trayecto muy largo por culpa de las 3 escalas que hicimos; una de ellas fue en Japón, donde pasamos una noche. Como fanático del manga (cómic japonés) y el ánime (animación japonesa) esperaba que nos hospedáramos en Tokio, pero nos tocó hacerlo en Narita, un aparente lugar para este tipo de vuelos con escalas que ayuda a no congestionar mucho la capital nipona donde ya de por sí no entra ni un alfiler más.

No habíamos cenado, así que los líderes nos ofrecimos a ir por la cena para que no saliéramos las 30 personas a una ciudad que no conocíamos, donde no hablábamos el idioma y con temperaturas invernales tan bajas. En realidad solo queríamos conocer la ciudad, pero la excusa era buena. 

Así que subimos a un autobús que llevaba del hotel hacia… pues a alguna parte de la ciudad. El conductor nos indicó en qué lugar podíamos comprar comida, así que nos bajamos donde él nos dijo.  

Yo estaba fascinado de estar en Japón, no esperaba ver robots gigantes luchando en la ciudad, pero sí quería respirar un poco del ambiente que tanto he visto y leído. Lo primero que me sorprendió fue encontrar un sistema de estacionamiento que aparece en Fast and furious reto tokio; donde los automóviles entran a una cochera y unas máquinas los apilan uno sobre el otro. Cuando vas por tu coche, se te presenta de nuevo  y una plataforma lo gira para que puedas salir de frente a la calle.  

Encontramos rápidamente un McDonalds y decidimos que allí compraríamos la cena. Seguro pensarás. "¿Estaban en Japón y comieron en un McDonalds?"; no era la intención, pero te reto a entender que es lo que se vende y adivinar a qué puede saber, no es que puedas leer las etiquetas y entender qué estás comprando, todo está en japonés; así que más vale malo conocido que bueno por conocer, sobre todo que era la comida para todas las personas. 

Antes de comprar la cena cruzamos la calle y entramos a una especie de oxxo (si no vives en México, se trata de una pequeña tienda de autoservicio, como un carefour city pero más pequeño). Como todo estaba escrito en japonés, no entendía nada, lo único familiar que encontré era la coca colas y la fanta (que había de sabores muy raros). Una amiga (Insuni) compró uno de esos panecillos blancos rellenos de atún o alguna otra cosa, son muy característicos de ese país. Me invitó una mordida y con mucha ilusión se la di, para luego hacer una mueca y quedar decepcionado de su sabor… a ella le gustó, pero para mí fue la cosa más desabrida del mundo.

¡Ho sí! En esos momentos no me sentía bien, el jetlag me había pegado fuerte y empezaba a marearme. Tomé una fanta de uva para ver si el azúcar me restauraba, pero cada vez me sentía peor. Compramos la cena y mi novia en ese entonces (que iba en el viaje) un calendario de pokémon, porque no puedes ir a Japón sin comprar algo de pokémon siendo fan.

Con la cena (y el calendario) en mano, nos dirigimos a la parada del autobús que nos llevó a ese sitio. No recuerdo si una persona nos dijo que ya había pasado el último autobús o si teníamos un folleto donde nos dimos cuenta, el punto es que la cosa se ponía fea. Estábamos en un país donde nadie nos entendía y  no sabíamos cómo regresar al hotel. El inglés siempre es el idioma que te salva, así que unos amigos que lo dominaban se acercaron a un señor que pasaba y le preguntaron cómo podíamos regresar a nuestro hotel. El señor estaba un poco borracho, pero fue nuestro ángel, nuestro ángel borracho. 

El señor no hablaba un buen inglés (y con el acento japonés era más difícil entenderle); y como no se pierde nada con preguntar, un amigo (Carlos) le preguntó si hablaba francés; yo pensé: "Sí claro, un japonés que no habla inglés va a hablar francés"; pero resulta que sí lo hablaba, y muchísimo mejor que el inglés. Así que con este nuevo canal abierto, la información comenzó a fluir… no muy bien, pero mejor. El señor nos dijo que lo sigamos, que nos llevaría a la parada donde pasaría el autobús para regresar. Habrá estado un poco borracho aquella persona, pero caminaba rapidísimo, apenas le seguíamos el paso. Pensamos que la parada estaría cerca, pero estaba bastante alejada del sitio, de verdad que nos topamos con un buen hombre. 

Nos dejó en el lugar donde pasaría el autobús y se despidió de nosotros; le agradecimos muchísimo. Nos dijo que el transporte pasaría en 20 minutos, así que deberíamos estar atentos. 

La verdad, esta historia la veo borrosa, estaba muy mareado. Así que puedo tener imprecisiones o lagunas en la secuencia. 

Hacía un frío de los mil demonios, eran las 10 de la noche y estábamos parados solos junto al camino esperando a un autobús que pasaría en 20 minutos. No te negaré que llegamos a pensar que no pasaría nunca y que tendríamos que pedir un taxi y pagar un riñón porque los yenes son muy caros. 

Por fin llegó, y fue un alivio total.

Llegamos al hotel y nos dispusimos a repartir la comida.  Las hamburguesas estaban frías, pero cuando comí la mía me supo a gloria. Después de cenar (no sé como cené con el malestar que tenía) bajamos de nuestras habitaciones y caminamos hacia otra de estas tienditas tipo oxxo que estaba frente al hotel. 

Éstas tiendas son geniales, venden de todo, hasta juguetes que valdrían muchísimo para los fans de esas cosas (como yo). Por primera vez vi como alguien pagaba en la caja solo poniendo su teléfono móvil sobre una base metálica. Es la tecnología que conocemos como NFC (near field communication), que apenas está llegando a occidente y que en oriente ya existía desde el 2006, seis años antes que aquí, si no es que más. 

Para estas alturas del partido, ya estaba viendo girar todo a mi al rededor. Nos regresamos al hotel y caí como tronco para despertar al siguiente día sano y fuerte; el efecto del cambio de horario había pasado y todo el resto del viaje no tuve ningún problema al respecto. 

Fue toda una aventura esa noche en Japón, y si hubiera estado en mis 5 sentidos, podría dar más detalles al respecto; pero aunque me sentí súper mal, aunque pasamos angustia y frío, aunque mi ilusión por el panecillo japonés aquel quedó destruida, fue de las mejores noches de mi vida. 

3 comentarios:

Insuni dijo...

Te olvidas de la mejor parte en donde en el camión que llegó estaban algunos de los chavos escapando para ir a la ciudad XD

Ah y de como a esas horas de la noche los y las jóvenes aún andaban de uniforme, y que al señor de hecho le tuvimos que pedir aue fuera un poco más lento por que casi lo perdimos cerca de un puente.

Sigo diciendo lo mejor fue la cara de los chavos cuando entramos en el mismo autobús en el que pretendían escapar XD

David Park dijo...

No manches! es verdad!!! los descubrimos de churro! jaja haaaa! hubiera estado genial ke lo contara... pues como advertí, me sentía muy mal, hay cosas ke no recuerdo bien.

Aglaé se calló por seguirle el paso al señor, ¿No?

Insuni dijo...

No recuerdo si se cayó pero si recuerdo que le tuve que casi gritar "matte kudasai" XD

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