martes, 29 de noviembre de 2011

CHICOS, RELÁJENSE



Hace ya varias publicaciones atrás, te contaba que habían muchos temas que no lograron madurar para tener presencia por sí solos en mi blog. Éste es uno de ellos. En realidad se me "traspapeló"; fue creado en Abril del 2010 y por alguna razón nunca lo terminé; ahora que lo encuentro y lo leo se convierte en una ventana al pasado y puedo leer con gusto como percibía las cosas en ese momento. 

Y aquí está:



Me ha gustado conocer la cultura madrileña. Para cualquier persona, darse cuenta de las diferencias entre lo que es "normal" para ti y lo que es "normal" para otros, se convierte en un buen medio para expandir el criterio y cuestionarse lo convencional que se da por hecho y que no necesariamente tiene que serlo.

Pero aprender también ha sido un deporte de riesgo, aquí unos ejemplos:

David -     "Fulanito", ¿Por qué aquí no venden comida en la calle?

Fulanito -  ¡¿Y porqué deberían de hacerlo?!

...Seguro que esta persona jamás será embajador.

En otra ocasión: 

David -       Ayer me encontré a "Fulanita! en un McDonalds, ¿Qué probabilidad hay que ocurra eso? sobre todo porque 
                 casi no conozco gente aquí (Tenía 4 meses en Madrid). De verdad, "que pequeña es Madrid."

Menganito - ¡Pues México no vaya a ser tan grande! 

David -        ¬¬

Éste no es el punto, pero de hecho mi país es muy grande, según wikipeida es 4 veces más grande en territorio que España. Como sea, Mi frase  "que pequeña es Madrid."  solo hacía referencia a un dicho popular, sin fines peyorativos; cosa que al parecer no transmití con claridad. 

Hubo otra ocasión donde usé un dicho popular, le dije a un amigo que se quejaba con humor: "Aguántese como los hombres". Mi amigo en cuestión es de Venezuela así que entendió el chiste, pero una amiga me corrigió con recelo diciéndome que las mujeres aguantan más que los hombres porque, entre otras cosas, soportan el parto. Lo cual es totalmente cierto, pero yo solo hacía referencia a otro dicho popular. 

Pues no sé si yo soy "Señor Imprudente", o es que estar a la defensiva es una modalidad común aquí. Sea como sea, seguiré mi camino de integración poniendo más atención a este tipo de cosas. No voy a cambiar a nadie ni a nada, pero sí puedo evitar meterme en apuros públicos.

En lo que son peras o son manzanas… chicos, relájense.


Hoy, contemplando en retrospectiva mis 2 años en Madrid, veo con satisfacción que logré entender la mecánica social madrileña; no estoy completamente seguro de dónde viene; pero sé que no es un asunto que pueda tomar de manera personal, solo es cultural. 

Así que aquí te presento algunas conclusiones que obtuve de esta faceta española y que podrías usar en cualquier parte del mundo. Algunas son por experiencias personales, y otras por observación:

  • No hagas chistes machistas; aunque sean inverosímiles, no los hagas.
  • Formula preguntas cuya respuesta deban ser: sí o no. De no ser así, habrán malas interpretaciones y/o te arriesgas al ridículo. Una buena opción es preguntar "¿Aquí en España venden comida en la acera?" 
  • No des por hecho algo. Aunque para ti sea totalmente normal que las farmacias abran los domingos, no lo des por hecho; lo que es obvio para ti, no lo es para el resto del mundo.
  • Evita al principio todos tus dichos populares, chistes privados, modismos; pueden ser confusos para alguien que no es de tu país. 
  • Ábrete a la cultura que te recibe. No hay nada más molesto que un extranjero que quiere tener en sí mismo su "micro" colonia del país donde viene. 
  • No uses hipérboles; es más, limítate en cuanto a las figuras retóricas. Una comunicación clara y sin adornos es mejor. 
  • No discutas un punto demasiado; la cultura española no suele declarar empates, generalmente es ganar-ganar. Si tu vida no depende de demostrar que tu argumento tiene sentido, no entres en discusión; en vez de ganar teniendo la razón, ganarás antipatía.
  • Por educación básica y sentido común de principiante, no hables mal de un país que no sea el tuyo. No es lo mismo que yo hable mal de mi mamá, a que alguien hable mal de ella; yo sí puedo, pero tu no. El principio básico es el mismo.

Llegar a un lugar diferente siempre es difícil, pero una vez superada la curva de aprendizaje, puedes descubrir las cosas buenas y adoptarlas, y también puedes identificar las cosas malas y procurar nunca caer en ellas. Lo importante es que puedas ser maleable a las circunstancias y lograr ganarte el cariño de la gente; cuando haces eso, las diferencias se van haciendo menores.


martes, 22 de noviembre de 2011

TOP 5 - COSAS QUE NO EXTRAÑO DE MADRID



Aunque es evidente que atesoro buenos recuerdos y experiencias muy entrañables de mi paso de dos años en Madrid, no todas ellas fueron buenas. Hasta las cosas malas me dejaron lecciones y  el gusto por apreciar lo que tengo en Mérida (México). Así como la semana pasada te escribí sobre las 5 cosas que más extraño de Madrid, ahora haré lo mismo pero de las 5 cosas que me alegra ya no tener. 

COMIDA

"La comida" era mi respuesta automática a la pregunta "¿Qué es lo que más extrañas de México?

Ante lo caro que puede ser Madrid par aun mexicano, mi lista de sitios para comer era limitado; tampoco tenía muchos amigos a los que les gustara innovar a la hora de probar nuevos sitios, así que las opciones eran limitadas por los dos flancos. 

Aunque todo lo que probé en España lo comí con gusto, no hubo nada que me arrebate el corazón y que me haga suspirar al recordarlo ahora estando en Mérida. Pero estando ahí, si anhelaba probar algo de mis restaurantes favoritos de mi ciudad. Insisto, todo me gustó, pero nada me enamoró. 

Como he escrito en otras ocasiones, la comida es muy importante para alguien de México; y la hora de ésta es "sagrada" también.Me di cuenta de esto cuando yo era el único que recibía con una pregunta a algún amigo que viajó a otro país: "¿Y cómo está la comida?"

Y aquella pregunta me la hacen hasta el cansancio al estar en Mérida. Para nosotros la comida es un deleite que determina mucho en la calificación global de un sitio. Si le pides a cualquier mexicano que te de la referencia de una ciudad o país, te aseguro que dentro de las 3 primeras características te menciona la comida. 

Madrid me enamoró de muchas maneras, pero no por su comida. En cambio, creo que ya debo medirme con la cantidad al momento de comer aquí.

CUIDAR MI ACENTO

Con el tiempo aprendí a dejar pasar que mi acento mexicano le cause risa a medio mundo; me costó unos meses lograrlo, pero se pudo. 

En Mérida nos gustan los acentos extranjeros (y con eso englobo incluso a los que no son de la península de Yucatán), tanto así, que hasta notaba un aire de desilusión cuando mis amigos de Mérida notaban que no se me había pegado el acento español. 

En Madrid, por instinto de supervivencia, trataba de no distraer a mis interlocutores haciendo el acento más neutro que podía para que la información (que es lo importante en una conversación) no se viera eclipsada por la entonación. Lo que en comunicación llamamos, "que la forma no estorbe al fondo". 

Es un alivio llegar a mi tierra y hablar como se me de la gana, con la libertad y soltura que quiera, y saber que si se me llega a escapar una palabra como "coger", a la gente no le importará.

CONVIVENCIA EN LA CASA

Era afortunado al estar en el piso en el que vivía en Madrid, tenía los fines de semanas solo en casa, y a veces una semana entera; sin ruidos, con una vista genial y en un barrio muy bonito. Sin embargo, nada como estar en mi propia casa, sin tener que preocuparme por lo que me cocinaré; sin tener que planchar, sin que lavar sea mi responsabilidad directa, con mi televisión, mis espadas, mesa de dibujo, adornos y juguetes (sí, tengo juguetes, son de colección). 

Hablo de esa comodidad de relajarte y poder salir a la cocina por agua en ropa interior sin ningún problema. De no incomodar al pasar por la cocina cuando las otras personas del piso tienen visitas o están usándola; ya que aquí, es mi casa y no hay nadie más que mi familia. 

Este aspecto de la vivienda es el que menos me gusta del estilo de vida Madrileño, y uno de los que más disfruto aquí.

CUIDAR LO QUE DIGO

Ya había comentado en otras publicaciones que en España no acostumbran usar hipérboles al hablar. Por lo tanto, el decir: "Las mujeres no maneja bien" equivale a gritarle "Nigga" a un afroamericano en pleno Bronx, Nueva York; y no solo por que se enciende la alarma anti-machismo, sino que también se enciente la alarma anti-generalizar. 

Así que me regodeo en hacer chistes generalizando; en hablar sin que alguien me lleve la contra solo por el placer de hacerlo, o por reflejo inconsciente.

QUEDAR CON LOS AMIGOS PARA HACER ALGO

No recordaba lo bonito que se siente hacer planes e informar a los demás del día, la hora y el lugar de la reunión; y que no tardemos media hora en decidirlo y luego en cambiar algún parámetro solo porque una persona del grupo no puede o no le gusta la idea. 

En Mérida, si alguien no le acomoda el plan, simplemente avisa que no va (aunque aviar es un buen hábito que no muchos tienen) y no pasa nada. Por su puesto que se busca facilitarle las cosas a la gente, pero el punto que quiero expresar son los planes hechos ágilmente. 


Y a pesar de todo lo dicho, toda vía tengo ganas de volver. 

martes, 15 de noviembre de 2011

TOP 5 - LAS COSAS QUE EXTRAÑO DE MADRID



En este puente temático de mi blog, donde te cuento el punto de encuentro entre Mérida (México) y Madrid y donde me adapto de nuevo a mi vida cotidiana en la primera ciudad mencionada; me divierto comparando todo y sorprendiéndome de las cosas que me han sido común toda la vida.

Un ejemplo de lo anterior es este: 

Mientras hacía ejercicio corriendo por las calles como es mi costumbre, me encontré a un hombre sin camisa acostado en la acera, por medio segundo me asuste, pensé que le había pasado algo, pero luego recordé que es una rara costumbre de la gente que trabajo en la construcción o en un taller mecánico. 

Cosas como estas me pasan durante la semana. Me doy cuenta que uno no se acostumbra a lo que ha hecho toda la vida, sino a lo que ha hecho en la última temporada de ésta. 

Como sea, ya se me ha pasado la emoción de la llegada a Mérida y comienzo a ser objetivo en cuanto a estar aquí, así que con la cabeza fría te presento los 5 puntos que extraño de Madrid:

1.- EL METRO

Gracias a la coordinación que tenemos en casa, he podido librarme de usar el transporte colectivo de Mérida. Aquí no hay metro, el suelo no lo permite ya que es como un queso gruyere de roca; así que el autobús es el medio por excelencia. Pero creo que esta semana ya lo tendré que usar.

El metro siempre fue mi adoración en Madrid. Aún veo mi abono de transporte (que me permitía viajes infinitos con un pago único mensual) y suspiro. 

Y no solo extraño el sistema de metro, extraño el de Madrid en específico, ya que comparado con el de Bilbao, Barcelona, Roma y Francia; el Madrileño es una maravilla.

2.- EL CLIMA

Dicho hasta el cansancio, el clima de Madrid es amable por su falta de humedad y es variado al contar con estaciones del año muy marcadas. No solo te da experiencias y paisajes distintos durante el año, también te permite tener la esperanza que al fin de 3 meses, el clima será distinto; si te gusta el frío, sabes que el verano pasará; si te gusta el calor, cuentas los días para la llegada de la primavera. En cambio, en Mérida, rezamos para que este invierno la temperatura sea un poco amable con nosotros y nos permita sacar las chaquetas que llevan un año o más en el guardarropa. 

3.- LAS RELACIONES INTERPERSONALES

Al español le gusta la convivencia, sus reuniones sociales se hacen con el fin de hablar y convivir, en Mérida parece que las hacemos con el fin de comer o emborracharnos, según las costumbres de cada quien. 

Tal vez por eso nuestra comida es tan rica y nuestra gente con tendencia a la obesidad. 

Me encanta que una llamada telefónica cuyo objetivo es informar sobre la hora y el lugar de un evento, se extienda varios minutos por la costumbre de hacer mucha conversación para saber cómo estás y cómo está tu día; para que al final, la persona concluya con la información que motivó esa llamada. 

4.- LAS CHICAS

Ya no me enfocaré en la estética como único y mejor argumento, sino en la amabilidad. En Madrid puedes hablar con una chica guapa sin ningún problema. Que secunde tu cortejo es otra historia, pero son amables y sencillas. 

En Mérida, una chica bonita y abierta a la amistad es difícil de hallar. Como la incidencia de mujeres guapas en mi ciudad es menor que en Madrid, es más fácil que estas chicas adopten la actitud de divas.  

5.- ARQUITECTURA 

Puede que Madrid no sea la ciudad más bonita del mundo, pero si la comparamos con Mérida, tiene un mayor gusto y visión en la estética urbana. Los parques, edificios, avenidas e incluso simplemente las aceras, son pensadas para facilitar la vida y otorgar placer a la vista. 

En Mérida no hay una fuerte regularización en cuanto a todo lo mencionado; y si la hay, es en las zonas nuevas; el problema está en lo que no fue construido bajo esas normativas. Las zonas antiguas no recibe remodelación, se quedan tal cual, y la ciudad se ve improvisada. Con decirte que en mi barrio, (que es bastante antiguo) cada casa podía hacer su acera del tamaño y diseño que quisiera. Así que mejor que no seas discapacitado o viejito, sino te resignas a desplazarte en el asfalto. 

Ahora, estando lejos de Madrid, aprecio todas esas cosas; uno se acostumbra a la vida buena; y cuando llegan las experiencias contrastadas como en la que vivo, te abren los ojos para darte cuenta que existe una mejor realidad y un objetivo más alto por alcanzar. Pero no todo es color de rosa y Mérida no queda superada en todos los aspectos; la próxima semana te diré que es lo que tiene Mérida que me hace estar contento de estar aquí y no en Madrid.

Como decía en muchas publicaciones anteriores, me encantaría poder fusionar a Mérida y Madrid para tener una ciudad ideal. Y por eso tengo el corazón divido al hacer el ejercicio mental de decidir donde quisiera vivir. 

martes, 8 de noviembre de 2011

TE DEJO MADRID




Esta semana volví de Madrid, ya estoy en Mérida (México) otra vez y las cosas se ven tan distintas a pesar de que todo sigue igual.

Es raro, vuelvo a donde siempre he vivido y me parece que lo dejé hace más de 10 años. 

Disfruto cada experiencia, como el sorprenderme al ver pesos de nuevo en mi billetera. El sentir que hay menos árboles porque veo más cielo, aunque en realidad es la falta de edificios madrileños que me tapen el paisaje. Incluso llegué al súper y leí que un desodorante costaba 32, dije: "¡¿QUÉ, 32?, ¡QUE ROBO!" A medio segundo recordé que eran pesos mexicanos y no euros. 

Desde que llegué a Madrid, no conduje un coche en esos 2 años, ayer lo hice por fin. Pensé que por el tiempo podría perder habilidad, podría olvidarme de las calles o sentiría una emoción similar a besar a tu novia después de 1 semana de no hacerlo… pero en realidad no sentí nada al andar por la ciudad… fue como si apenas hace dos días hubiera dejado de conducir. Me decepcioné un poco de la falta de emoción del momento. Recordaba calles por inercia y todo era como siempre.

Ahora me veo tirando cosas de mi habitación que eran mis tesoros y recuerdos antes de irme; ahora no significan nada y solo le ocupan el espacio a otras cosas que me importan más. 

Vuelvo a mi humor mexicano que extrañaba y que solían no entender los de otros países de Europa.

En esos dos años que estuve ahí, me acostumbré a que los perros sean educados, tranquilos y obedientes; así que ver a un perro de Mérida, ladrándole detrás de su reja a la gente que pasa, me parece como ver a un inadaptado social grafiteando las paredes. 

Ahora mi conciencia me acusa cada vez que, en la misma cesta de basura, arrojo cosas orgánicas e inorgánicas. Siento que estoy clavándole un puñal al planeta que, apenas hace unos días, le daba la mano reciclando y separando. 

Mérida es diferente a como la recordaba, pero ella no ha cambiado nada, parece que el que cambió soy yo. No estoy calificando ese cambio, no digo que sea bueno o malo, que te guste más o menos como puedo ser ahora; lo único que señalo es lo interesante del cambio de percepción que se puede obtener con un paquete de experiencias nuevas de por medio. 

Junto con este cambio de perspectiva, vendrá un cambio de temática en el blog. Sigo sin pensar la nueva temática, pero en un martes de estos, verás que las cosas han cambiado. 

martes, 1 de noviembre de 2011

HISTORIAS DE ITALIA EN EL AIRE




En la publicación anterior te mostré imágenes curiosas encontradas en mi viaje a Roma; en esta ocasión leerás momentos que se convertían en mis monólogos internos gracias a la falta de compañía. 

COLA EN EL AVIÓN

Hacer cola para entrar a un sitio siempre es un momento molesto. Son momentos como este donde ves quien es quien en la vida. Tal vez puedas pensar que la peor persona es aquella que tiene los pantalones de colarse en frente de tu cara y hacerse al tonto, pero no es así; la peor persona que te puede tocar en una fila, es aquella que la inicia formándose una hora antes de la apertura. Es la detonante de la psicosis colectiva que lleva a los demás a estar como tontos una hora de pie esperando el momento de pasar. Todo gracias a que el primero se formó.

La gente no suele razonar cuando se encuentra en manada, si la primera persona corre hacia un barranco que dice "Refrescos gratis", seguro los demás lo harían. Un reflejo muy claro de esto es cuando las personas hacen cola para entrar a un avión con asientos asignados ¿No te encanta? 

Pero en este viaje a Roma, los asientos no estaban asignados, así que había una justificación para que la psicosis tome el control de todos los pasajeros. Decidí resistir a esta tortura autoimpuesta de estar de pie mucho tiempo y fui de los últimos en pararse de las sillas de la sala de espera y presentar mi pase de acceso al avión.

Iba resignado a estar en el ala, donde no vez nada; o tal vez atrás de ella, donde está más fuerte el ruido de la turbina; o en el peor de los casos, en la fila de asientos finales, a un lado del baño. 

Para mi sorpresa, todo el mundo estaba en la parte trasera del avión dejando muchos sitios sin ocupar al frente. Incrédulo ante esta actitud extraña, le pregunté al piloto si me podía sentar en cualquier lugar y me dijo que sí, que los asientos no estaban asignados. Así que al final había librado el ala, la turbina y el baño. 

De regreso reté a mi suerte aún más, fui de los últimos cinco en entrar al avión; una vez más me senté al frente del avión, librando todos esos sitios que trataba de evitar por su incomodidad, pero que parecía encantarles a los otros.  

Tal vez sea cosa de capitalinos Romanos y Madrileños el vivir con prisa; sea como sea, mientras se apresuren para estar en los peores sitios y en las circunstancias más incómodas, yo disfrutaré siendo el último que se levante para entrar a la aeronave y el primero en salir de ella. Como bien dijo Jesús: "Los primero serán postreros."


HOMENAJE AL PILOTO

Hacía mucho que no escuchaba la "nacada" (adjetivo mexicano que indica mal gusto o poca clase) de aplaudir cuando el avión aterriza. Pensé que Europa estaría exento de eso, pero los Romanos nos recuerdan nuestra raíces latinas en común. 

¿Porqué aplaudir cuando aterriza el avión? ¿Acaso le aplaudes al que te trae la pizza recién hecha a la mesa del restaurante?¿Acaso le aplaudes al médico que te extrajo el apéndice? ¿Acaso le aplaudes al conductor de un autobús al llegar tu destino? 

Eso entra en la misma clasificación de aplaudir al final de una película… no es teatro, los actores de las películas no saben que les aplaudes en el cine. O es como aplaudir cuando alguien le toma una foto al grupo de personas en la que te encuentras, tomar una foto no amerita tan digno reconocimiento; no seas naco (el adjetivo que te expliqué al principio).

Ni que los aviones suelan aterrizar mal y estallar con cierta frecuencia como para sentir una admiración especial por el piloto que fue nuestro héroe el día de hoy. ¡Es más! Si fuera correcto aplaudir, ¿No crees que como gesto de mínima cortesía, el piloto debería agradecer mediante el sonido local? "pshhhh (sonido de intercomunicador abierto) muchas gracias, pshhhh, todos sois unos pasajeros geniales, pshhhh, los aplausos son para ustedes, pshhhh.

Mientras aplaudía la gente, me pregunté: "Y si inicio un: ¡Hip, hip, URRAAA! ¿Será que me sigan?" 

También se me ocurrió que hacer una "ola" como en los estadios, podría ser más práctico, así no tapamos con los aplausos la voz del piloto que nos indica la hora local, la temperatura, el aeropuerto y la ciudad a la que llegamos.  

Cosa diferente fue mi viaje de regreso a Madrid, donde en su mayoría había gente española que no participan en este acto colectivo tan gracioso; aunque debo admitir que me hubiera encantado escuchar un: "Oleeeeee"; eso me hubiera hecho muy feliz.